jueves, 16 de septiembre de 2010

EL BICENTENARIO DE COCHABAMBA EN BUENOS AIRES

La mitad de una de las doce naves del mercado
El baile del Bicentenario de Cochabamba para Encarnación Quispe empezó a las tres de la mañana en el Mercado Central de Buenos Aires

Ella es madre soltera, tiene un hijo porteño de 5 años, y se gana la vida trabajando hasta 20 horas al día para poder ganar un dinero extra y así regresar a su cuidad natal, la llayta.

Camina al compás de los militares que desfilan en la plaza principal de la capital gastronómica de Bolivia, esa mañana del 14 de septiembre, buscando buenos precios y calidad en las frutas: "esta manzana esta paposa", se la escuchaba decir, tras probar la fruta en distintos puestos. 

Es flaca, de tez morena, trigeña y con los pómulos muy pronunciados. Tiene el pelo largo, peinado en una sola trenza, de color rojizo, pero sus 5 centímetros de cabello negro, que crece desde la raíz, la delatan. Habla perfectamente quechua pero tiene dificultades con el español.

Termina de comparar y lleva la mercadería en un flete hasta el barrio de Almagro. Encarna aprovecha los cuarenta y cinco minutos del viaje para descansar su cuerpo y poder dormir porque el baile continúa en su local.

La dueña de la verdulería y frutería "Ely" dice que es normal empezar a trabajar a esa hora todos los días, porque va ha comprar las frutas  al mercado mayorista los lunes, miércoles y viernes, y el resto de los días las verduras en la Matanza, a excepción del domingo.

La entrada en calor de la joven de 27 años se inicia al descargar rápido la mercadería desde el camión, luego, las acomoda para la venta. Y de once a una de la tarde empieza la verdadera maratón de baile con los clientes al ritmo de un huayño. Luego la cosa se calma, y su hermano pide una pizza y una Coca Cola de 2.25 litros para engañar el hambre.

"No hay ninguna fecha patria de Bolivia ni de Argentina en la que deje de trabajar, tampoco en navidad o año nuevo,  porque el alquiler y los impuestos tienen que pagarse", declaró la cochabambina. Esta es la realidad de la mayoría de los cochabambinos que se dedican a trabajar en las verdulería y fruterías ubicadas en Capital Federal, ya sea como dueño o empleado.

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